El turismo después de la pandemia

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Photo by Alicia Steels on Unsplash

Madrid, España (Sputnik) mayo.- El cierres de fronteras y el distanciamiento social impuestos a escala global por la pandemia dibujan un panorama de pesadilla para el sector turístico, empujando a las empresas a reinventarse para intentar sobrevivir al shock con fórmulas que deben pasar por dejar atrás el reinante modelo de turismo masivo, inviable actualmente.

España es un país especialmente dependiente del turismo, sector responsable del 12,3% de la riqueza nacional y que sostiene de forma directa el 12,7% de los puestos de trabajo del país.

Pese a que España ya está dando sus primeros pasos para reactivar la economía, el sector turístico seguirá en un limbo en las próximas semanas, quedando completamente paralizado al menos hasta la llegada del tercer trimestre del año.

Un ejercicio de simulación del National Institute of Economic and Social Research recogido en el boletín económico del Banco de España avanza que la contribución del turismo al PIB español en el segundo trimestre de 2020 caerá un 100%. Es decir, desaparecerá por completo.

“Sólo el cierre de España en fronteras aéreas de los meses de abril, mayo y junio supone una pérdida de casi 23 millones de turistas internacionales, que fue lo que se recibió el año pasado”, explica a Sputnik Francisco Javier Castillo, consejero delegado de la consultora especializada DNA Turismo y Ocio.

La muerte de la masificación

Ante este shock, las empresas deberán buscar fórmulas de urgencia para reactivar el sector. Para empezar a diseñar la oferta turística pospandemia, DNA Turismo desarrolló un estudio en el que que más de 1.000 personas fueron preguntadas por sus preferencias de cara a próximos viajes.

La buena noticia es que el turismo no va a morir. El 77% de los españoles mantiene intacta su voluntad de viajar pese a la pandemia. La mala noticia para el sector es que las prácticas más extendidas hasta la fecha ya no sirven. Según el estudio, dos de los atributos más valorados a la hora de elegir un viaje serán la poca masificación y la seguridad del destino.

En cuanto a las características del viaje, la prioridad serán los destinos nacionales (opción preferente para el 77,5% de los clientes) y dentro de ellos primarán la búsqueda de sol y playa (el 57%) y el turismo de naturaleza (23,7%), relegando a un segundo plano el turismo cultural (11,89%) y las escapadas urbanas (3,6%).

Es decir, una vez termine la crisis del COVID-19, la gente buscará aquello que se la ha negado durante el confinamiento: sol y aire puro. Eso sí, sin olvidar que el virus sigue presente, por lo que el cliente se moverá de forma más local y evitará a toda costa verse atrapado en una ciudad con aglomeraciones.

Una vez conocidas las preferencias del cliente, Francisco Javier Castillo destaca que tanto las empresas como las instituciones deben reaccionar para ofrecer un catálogo ajustado a las nuevas necesidades.

“Ahora la prioridad del sector es sobrevivir y reaccionar para conservar el mayor número de trabajos posibles”, apunta.

En ese sentido, este experto señala que una de las claves será la actuación de las autoridades para garantizar que cualquier destino, por muy remoto que sea, tenga protocolos de seguridad.

“Tanto en un entorno rural como en una playa habrá que establecer flujos controlados de ocupación del espacio para garantizar el distanciamiento social”, añade.

Pese a todos estos ajustes, Castillo es consciente de que “esto es una crisis sanitaria a la que le seguirá una crisis económica y una crisis social importante”, por lo que el impacto en el sector es inevitable.

“En la medida en que se consoliden esos datos de caída del PIB y del empleo, el turismo va a pasar a un segundo lugar en las prioridades de la población”, concluye.

¿Nuevo lujo?

El hecho de que la pandemia convierta inviable el modelo de turismo masivo puede tener un efecto positivo en las grandes ciudades, haciendo posible revertir procesos de gentrificación y reventando la burbuja del mercado del alquiler, inflada por la proliferación de plataformas de pisos turísticos como Airbnb.

Eso sí, la otra cara de la moneda es que para hacer esa transición se debe pagar un gran peaje en materia de destrucción de empleo y que sin modelos de turismo masivo mucha gente no podrá permitirse viajar.

“El turismo de masas es prácticamente el único que se pueden permitir las clases medias, por lo que a partir de ahora veremos cómo viajar se convierte en algo inalcanzable para gran parte de la población”, explica en declaraciones a Sputnik el antropólogo José Sánchez García, de la Universidad de Lleida.

El análisis de este académico, especializado en el estudio del espacio público, incide en que “la pandemia va a poner en jaque cualquier tipo de práctica que sea de masas”, algo que puede cambiar la forma de relacionarse en las sociedades occidentales, donde “este es el modelo general”.

Más allá del turismo, la supremacía de este modelo también se percibe el ámbito deportivo o cultural, donde las competiciones profesionales, los conciertos multitudinarios o las grandes salas de cine ocupan un papel más importante que las ligas de barrio y la cultura local.

Según Sánchez García, las nuevas normas sociales impuestas por el COVID-19 ofrecen una oportunidad de “repensar todas nuestras actividades” y “reinventar el modelo”, algo que por ejemplo en el turismo puede traducirse en la instauración de una nueva mentalidad “más sostenible” y sobre todo más respetuosa con el destino, todo ello con la vista puesta en eludir errores del pasado.

El debate interesa a los profesionales del sector. Pero, por desgracia, la situación actual es de emergencia y la prioridad no es tener un turismo mejor, sino que el turismo sobreviva.

“El turismo es un sector que capaz de generar empleo más rápido que ningún otro en España, y ahora mismo, por encima de todo, la prioridad es contener el impacto social”, concluye Francisco Javier Castillo.

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